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Demasiado tarde para desarrollar, justo a tiempo para evaluar

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Los programas MBA y de posgrado enfrentan una paradoja esencial: prometen transformar a profesionales en líderes empresariales, pero se desarrollan en plazos que desafían los ritmos naturales del crecimiento humano.

Mientras un MBA ejecutivo puede extenderse de 12 a 18 meses y un máster especializado apenas nueve, el calendario académico se llena rápidamente con casos de estudio, proyectos grupales, exámenes y actividades de networking, dejando muy poco espacio para forjar habilidades profundas.

El liderazgo, el pensamiento estratégico y la toma de decisiones bajo presión requieren tiempo, práctica y mentoría, elementos que difícilmente se pueden incorporar en programas tan breves y exigentes.

Así, la pregunta sobre cuántas horas se dedican realmente a estas capacidades fundamentales revela una verdad incómoda: muy pocas, si acaso alguna.

La ilusión del desarrollo acelerado

La promesa de "entra como profesional, sal como líder" funciona en la narrativa institucional, pero la investigación cuenta otra historia. Los líderes suelen tener un promedio de 10 años de experiencia antes de ocupar cargos ejecutivas, y el 77% de las organizaciones reconoce una escasez real de habilidades directivas en sus equipos (Brandon Hall, APD, 2024).

Además, entre el 40% y el 80% de lo aprendido en programas cortos se olvida rápidamente si no se aplica de forma continua, lo que evidencia el límite de los posgrados acelerados para generar capacidades duraderas.(Adecco Institute, 2022).

En cuanto al pensamiento estratégico, solo el 25% de las empresas logra mantener estrategias de crecimiento con un horizonte superior a cinco años, y un 67% de los directivos advierte déficits en la capacidad de sus organizaciones para cultivar esta habilidad de forma robusta (Universidad Politécnica de Madrid, APD, 2023).

Los programas pueden introducir estos conceptos y generar conciencia, pero transformar realmente la toma de decisiones bajo presión y la inteligencia emocional implica cientos de experiencias reflexionadas, algo que simplemente no cabe en los 12 meses de duración promedio de un MBA a tiempo completo o los 9 meses de un máster especializado (RSM, 2024).

Cuando solo queda una opción honesta

Muchos programas se encuentran ante una encrucijada ética: seguir promoviendo la transformación acelerada que no pueden cumplir o adoptar una postura más transparente mediante la evaluación rigurosa. En un escenario donde el tiempo es limitado y la capacidad de cambio profundo está restringida, lo más profesional es medir con objetividad el nivel real de habilidades al final del proceso.

Si ya no hay margen suficiente para el crecimiento genuino, al menos es posible ofrecer claridad. Realizar una evaluación sólida antes de que los estudiantes egresen no supone una derrota pedagógica, sino un verdadero servicio. Así, los graduados pueden conocer con precisión sus fortalezas y áreas de mejora, evitando salir al mercado con percepciones distorsionadas de sus capacidades.

Un MBA que cuenta con una comprensión objetiva de sus verdaderas habilidades tiene una ventaja competitiva real. Esta honestidad no solo impulsa la reputación del programa, sino que contribuye al éxito del egresado, al posicionarlo de manera más sólida ante reclutadores y empleadores en un mercado cada vez más exigente.

El mapa que necesitan para navegar

Imaginemos dos recién graduados de MBA buscando posiciones de liderazgo:

Graduado A

Sale convencido de que domina todas las competencias directivas porque aprobó todos los cursos con buenas calificaciones. En las entrevistas proyecta confianza, pero esa confianza no está calibrada con su realidad. Cuando consigue el puesto, las primeras situaciones complejas revelan brechas importantes. Pierde credibilidad rápidamente.

Graduado B

Sale con un perfil de competencias claro, basado en evaluaciones objetivas. Sabe que su pensamiento analítico es excepcional, que su capacidad de comunicación es sólida, pero que su gestión de equipos necesita desarrollo continuo. En las entrevistas es específico sobre sus fortalezas y honesto sobre sus áreas de crecimiento. Esto no lo debilita; lo posiciona como alguien con autoconocimiento maduro. Cuando consigue el puesto, busca activamente retroalimentación en sus áreas de desarrollo y construye credibilidad desde la honestidad.

¿Cuál tiene más probabilidades de éxito sostenido?

Esto significa medir capacidades contra estándares externos alineados con demandas reales del mercado ejecutivo.

Qué significa evaluar con rigor

No se trata de aplicar un test final y entregar resultados. Evaluar con rigor implica sistemas integrales con múltiples fuentes: evaluaciones 360°, simulaciones de situaciones empresariales reales y análisis de comportamiento en proyectos grupales (Guía de Autoevaluación, 2009). Herramientas como LeaderApp de Pro Evaluation System facilitan medición continua, interactiva y basada en competencias reales de escenarios del entorno corporativo.

Esto significa medir capacidades contra estándares externos alineados con demandas reales del mercado ejecutivo, no comparando estudiantes entre sí (Facultad de Administración Uniandes, 2025). Y distinguir entre conocimiento teórico y práctica efectiva: entender qué es el liderazgo transformacional no equivale a poder ejercerlo bajo presión.

Los sistemas avanzados generan perfiles accionables con mapas detallados de fortalezas específicas y brechas concretas, no etiquetas genéricas (Uniandes MBA, 2025).

El valor comercial de la honestidad

Desde una perspectiva de posicionamiento de marca, esto puede parecer contraproducente. ¿Por qué una escuela de negocios querría admitir que no puede desarrollar todas las competencias que necesitan sus estudiantes?

Porque las alternativas son peores:

  • Prometer y no cumplir erosiona la reputación a largo plazo.
  • Graduar estudiantes sin autoconocimiento daña su empleabilidad real.
  • Ignorar las brechas no las hace desaparecer, solo las pospone hasta que aparecen. en contextos profesionales con costos mucho más altos.

En cambio, un programa que dice: "Tenemos 12 meses contigo. No podemos transformarte completamente, pero podemos darte el mapa más preciso posible de dónde estás y qué necesitas desarrollar después" está ofreciendo algo valioso y diferenciado.

Evaluar como servicio de empleabilidad

Las empresas no buscan profesionales perfectos, sino personas con autoconocimiento, capacidad de aprendizaje continuo y honestidad sobre sus limitaciones actuales. Una evaluación rigurosa es más poderosa para la empleabilidad que múltiples talleres sin medición de impacto real.

El 87% de las empresas reportan brechas significativas entre habilidades demandadas y capacidades reales de los graduados (Pro Evaluation System, 2025). Una medición sólida proporciona radiografías precisas de fortalezas y áreas de mejora.

El mercado laboral no necesita más egresados que crean saberlo todo, sino profesionales que sepan exactamente qué dominan, qué no, y cómo seguir aprendiendo. Las organizaciones valoran candidatos que pueden crecer continuamente y adaptarse a entornos cambiantes.

La ventana que no podemos ignorar

Después de graduarse, pocos profesionales tienen acceso a evaluaciones objetivas y rigurosas. Las empresas las reservan para niveles altos. Los procesos de coaching son costosos. La mayoría navega con mapas borrosos de sus propias capacidades.

El momento justo antes de enfrentar el mercado laboral es ideal para la evaluación honesta. Un programa MBA que la integra como parte de su propuesta no está admitiendo una limitación, sino llenando un vacío crítico en el desarrollo de sus estudiantes.

Porque un profesional que sale al mercado con un mapa claro de sus competencias reales tiene más posibilidades de éxito.

Conclusión: Mejor tarde que nunca, pero nunca es tarde para evaluar

Si el desarrollo profundo de competencias requiere tiempo que los programas de posgrado no tienen, la evaluación rigurosa se convierte no en un plan B, sino en la intervención más honesta y valiosa disponible.

No es demasiado tarde para evaluar. De hecho, es el momento perfecto.

Porque un profesional que sale al mercado con un mapa claro de sus competencias reales tiene más posibilidades de éxito que uno que sale con promesas de transformación que nunca se materializaron.

La pregunta no es si los programas tienen tiempo suficiente para desarrollar todas las competencias necesarias. Claramente no lo tienen. La pregunta es si tienen el coraje de ser honestos al respecto y ofrecer, en su lugar, la claridad que sus estudiantes realmente necesitan para construir carreras exitosas.

¿Tu programa de MBA o posgrado está preparando a sus estudiantes con mapas precisos de sus competencias reales, o con expectativas que el mercado laboral se encargará de corregir?

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About the author:
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Diana Gutiérrez is a journalist and content strategist for Eureka Simulations. She holds a degree in social communication and journalism from Universidad los Libertadores and has extensive experience in socio-political, administrative, technological, and gaming fields.